Hoy ha venido Pilar.
Es una de las pocas alegrías que tengo en un lugar como
éste. Cuando viene siempre se sienta en el mismo lugar: en la esquina derecha.
Es este hecho el que me revela su presencia, porque cuando llega siempre estoy
durmiendo, pero el calor de su cuerpo sobre el frío mármol altera
inmediatamente la temperatura del estrecho habitáculo y, en un lugar donde
nunca pasa nada, una mínima alteración de algún factor automáticamente me
produce alguna reacción.
Pilar siempre viene vestida con una minifalda, y debajo
lleva unas mínimas braguitas que apenas cubren aquello que deberían y que son
el motivo de su existencia. Esto lo sé porque lo veo desde abajo. Lo que nunca
llego a ver con detalle es la longitud y la latitud de su escote, que intuyo
debe ser generoso por la cantidad y la calidad del material a enseñar. Pilar es
muy guapa: tiene los ojos del color de la miel de azahar siempre abanicados por
unas largas pestañas, y un pelo rizado y rubio, igual que el de su vello íntimo,
que le cubre el cuello en una coqueta melena; unos pómulos marcados y unos labios carnosos enmarcan una nariz
pequeña y redonda que le dan al conjunto el toque de gracia.
Pilar es viuda y por eso está aquí. Su marido era un tipo
extraño, y lo sigue siendo, pues apenas se relaciona con nadie. Durante su vida
hizo mucho dinero y vivió muy bien, él y sus cinco esposas, a las que usaba y
tiraba como si fueran un pañuelo de papel. Pilar fue la última esposa, y la
madre de sus dos únicos hijos. En sus divorcios les dio buenas compensaciones a
sus ex esposas, pero a Pilar lo único que le dejó son deudas y más deudas, todas
las que acumuló en su desordenada vida. Pero Pilar sabe que su marido tiene
dinero, mucho dinero; lo que pasa es que no sabe dónde está. Mientras vivía con
él no había ningún problema: cuando necesitaba dinero sólo tenía que pedírselo,
fuera la cantidad que fuera, y él sin preguntar para qué era, se lo daba. Así
fue como Pilar consiguió ahorrar algo en una cuenta personal. Pero el tiempo ha
pasado, y ella, dedicada en exclusiva a la educación de sus dos hijos, ha ido
gastando hasta que se ha visto con el agua al cuello, y con la maldita certeza
de que su marido tiene mucho dinero; pero no sabe dónde está. Por eso viene
casi todos los días a visitar a su marido. Le cuenta cómo están los hijos, cómo
van en el colegio, cómo están sus amigos… incluso le trae algunas flores. Y
antes de irse le dice que buscó en tal o cual lugar pero que allí no había
nada, que le diga de una vez dónde tiene escondido el dinero; después guarda
silencio esperando una respuesta que nunca llega, y se marcha.
Pilar es una buena mujer y jamás se debería haber casado con
un tipo como ése. Y ella lo sabe, por eso cuando sale, en el umbral de la
puerta del cementerio, siempre se vuelve hacia el nicho de su marido y dice:
“ojalá te hubieran pegado el tiro antes de conocerte, cabrón”.
Pilar hoy se ha dejado una rosa roja sobre mi blanco mármol.
Estoy seguro de que lo ha hecho a posta, porque yo no tengo a nadie que me
traiga flores. Creo que me estoy enamorando.
3 comentarios:
Enamorat de la Luisa... quina manera més fina de viure la mort.
Petons,
Nür
Corpi, no lo dudes, la vida sólo se vive una vez, así que dedícate a Luisa que te puede hacer muy feliz. Y si conseguís el dinero del ex-marido no veas como podéis disfrutar.
La planta de rosella es verinosa en general (jo no he dit mortal) i només els petals i les sembradures son comenstibles. ¿Será per els pastissos que està voste a on està?
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