23 abril 2009

SOBRE EL FRÍO MÁRMOL

Hoy ha venido Pilar.
Es una de las pocas alegrías que tengo en un lugar como éste. Cuando viene siempre se sienta en el mismo lugar: en la esquina derecha. Es este hecho el que me revela su presencia, porque cuando llega siempre estoy durmiendo, pero el calor de su cuerpo sobre el frío mármol altera inmediatamente la temperatura del estrecho habitáculo y, en un lugar donde nunca pasa nada, una mínima alteración de algún factor automáticamente me produce alguna  reacción.
Pilar siempre viene vestida con una minifalda, y debajo lleva unas mínimas braguitas que apenas cubren aquello que deberían y que son el motivo de su existencia. Esto lo sé porque lo veo desde abajo. Lo que nunca llego a ver con detalle es la longitud y la latitud de su escote, que intuyo debe ser generoso por la cantidad y la calidad del material a enseñar. Pilar es muy guapa: tiene los ojos del color de la miel de azahar siempre abanicados por unas largas pestañas, y un pelo rizado y rubio, igual que el de su vello íntimo, que le cubre el cuello en una coqueta melena; unos pómulos marcados y  unos labios carnosos enmarcan una nariz pequeña y redonda que le dan al conjunto el toque de gracia. 
Pilar es viuda y por eso está aquí. Su marido era un tipo extraño, y lo sigue siendo, pues apenas se relaciona con nadie. Durante su vida hizo mucho dinero y vivió muy bien, él y sus cinco esposas, a las que usaba y tiraba como si fueran un pañuelo de papel. Pilar fue la última esposa, y la madre de sus dos únicos hijos. En sus divorcios les dio buenas compensaciones a sus ex esposas, pero a Pilar lo único que le dejó son deudas y más deudas, todas las que acumuló en su desordenada vida. Pero Pilar sabe que su marido tiene dinero, mucho dinero; lo que pasa es que no sabe dónde está. Mientras vivía con él no había ningún problema: cuando necesitaba dinero sólo tenía que pedírselo, fuera la cantidad que fuera, y él sin preguntar para qué era, se lo daba. Así fue como Pilar consiguió ahorrar algo en una cuenta personal. Pero el tiempo ha pasado, y ella, dedicada en exclusiva a la educación de sus dos hijos, ha ido gastando hasta que se ha visto con el agua al cuello, y con la maldita certeza de que su marido tiene mucho dinero; pero no sabe dónde está. Por eso viene casi todos los días a visitar a su marido. Le cuenta cómo están los hijos, cómo van en el colegio, cómo están sus amigos… incluso le trae algunas flores. Y antes de irse le dice que buscó en tal o cual lugar pero que allí no había nada, que le diga de una vez dónde tiene escondido el dinero; después guarda silencio esperando una respuesta que nunca llega, y se marcha.
Pilar es una buena mujer y jamás se debería haber casado con un tipo como ése. Y ella lo sabe, por eso cuando sale, en el umbral de la puerta del cementerio, siempre se vuelve hacia el nicho de su marido y dice: “ojalá te hubieran pegado el tiro antes de conocerte, cabrón”.

Pilar hoy se ha dejado una rosa roja sobre mi blanco mármol. Estoy seguro de que lo ha hecho a posta, porque yo no tengo a nadie que me traiga flores. Creo que me estoy enamorando.

3 comentarios:

Nür dijo...

Enamorat de la Luisa... quina manera més fina de viure la mort.
Petons,
Nür

Pepe del Montgó dijo...

Corpi, no lo dudes, la vida sólo se vive una vez, así que dedícate a Luisa que te puede hacer muy feliz. Y si conseguís el dinero del ex-marido no veas como podéis disfrutar.

Sgt. Pepper dijo...

La planta de rosella es verinosa en general (jo no he dit mortal) i només els petals i les sembradures son comenstibles. ¿Será per els pastissos que està voste a on està?